Permitirme que me ponga un poco retro y que empiece este segundo post del primer año de mi beca con un guiño a esa cosa tan pasada de moda como es la ironía y que lo haga con un chiste de la revista The New Yorker donde se puede ver como un psicoanalista le dice a su paciente “Vamos a intentar centrarnos en los posts que SÍ recibieron comentarios”. Viñeta que encuentro especialmente maliciosa porque el primer artículo que escribo aquí desde hace meses, uno que era muy personal y sentimental, cosechó una oleada de comentarios, especialmente a través de facebook y en forma de ataque coordinado de amor y de apoyo de amigos, amigas y conocidos. Un ataque en el que éstos decidieron colgar los gotelés de su casa haciendo referencia a ese artículo donde hablaba como había acabado emocionalmente erosionado tras dos años y pico de paro sin hacer nada, tan sólo mirar la pared hasta ver formas absurdas y amenazantes en su superficie de gotelé (lo pueden leer aquí):
Todo el mundo me comentó que si el texto les había tocado la fibra sensible, que si que bonito, que si que bien… pero, ¿alguien me comento que era moderno? No amigas, ni una sola persona, ni una sola, ojo, lo que demuestra que mis seguidoras tienen un corazón que no les cabe el pecho pero que a nivel de luces tienen puestas las cortas. Porque ese texto era tan moderno que me juego una mano a que probablemente se podría incluir en una recopilación de próxima publicación en la modernísima editorial Alpha Decay titulado “Nueva Sinceridad Española” donde estaremos incluidos alguien de Mondo Brutto, un asiático español (no confundir con filipinos), una chica gordita que escribe un micro-diario en el Tumblr, Sabina Urraca con su blog “Sopapo” y después segura servidora. Y es que aunque ustedes no tengan ni la más remota idea de lo que estoy hablando por lo menos intuirán que es una cosa moderna a más no poder y le dernier cri a nivel conceptual. Pues sí, han acertado, por lo menos las luces cortas sirven para ver cuando viene una curva cerrada, aunque sea tarde.
Según su propia entrada en wikipedia la New Sincerity es “un término que se ha usado en música, crítica de cine y de literatura, filosofía y estética generalmente para describir el arte o las ideas que contradicen los modos cínicos o irónicos del posmodernismo. Su uso se retrotrae hasta mitades de los ochenta (…)” Debido a que como vemos el término no se acuñó ayer lo de la Nueva Sinceridad ha sido aplicado a una gran cantidad de productos culturales, cada uno de su padre y de su madre, que van desde el rock alternativo de la escena musical de Austin (Texas) hasta el cine de Wes Anderson, Sofia Coppola o Michel Gondry pasando por Lars von Trier, el movimiento Dogma 95 o Aki Kaurismäki….por no hablar de que la wikipedia se marca un órdago a la grande mencionando hasta Pedro Almodóvar, quizás por la cosa del melodrama sin ironía. A estas manifestaciones y siempre según la enciclopedia colectiva se le tiene que sumar la telerrealidad, los blogs y micro-blogs, el tono de diario íntimo de la literatura comercial femenina (chick-lit) así como los videos personales en you-tube…. y sí, tienen razón, si suman todos esos elementos llegan a Lena Dunham y su serie “Girls” pero ya cruzaremos ese puente cuando nos toque. La wikipedia intentando ser todo lo completa que puede en un tema tan pantanoso como el de los modernismos habla de cómo David Foster Wallace anunció la llegada de la Nueva Sinceridad en una ensayo titulado “E Unibus Pluram: Television and U.S. Fiction,” donde expuso:
<<Los nuevos rebeldes quizás sean artistas que intenten violentar los bostezos, las miradas condescendientes, las sonrisas cool, los codazos graciosos, la parodia de ironistas dotados, el “Oh, que banal”. Arriesgándose a las acusaciones de sentimentalidad, de melodrama. De sobre-credulidad. De debilidad. La inclinación a ser considerado un bobo por un mundo de trolls y de advenedizos que temen la mirada censora y el ridículo por encima de la prisión. ¿Quién sabe?>>.
Ni que decir tiene que tal y como lo llevó a cabo David Foster Wallace no existe un acto menos irónico que el suicidio pero también tenemos que señalar que junto con la autoeliminación la Nueva Sinceridad tiene versiones menos dañinas como la vertiente poética / literaria o la filosófica con algunos estudiosos que están hablando de la superación del posmodernismo y su ironía a través de una vuelta a valores culturales identificados modernismo, tal y como afirman los gafudos que escribieron este interesante artículo sobre el “Metamodernismo”. Todo eso por no mencionar la nueva moralidad cívica y económica que transmiten libros como ¡Indignaos! etc.etc. Junto a ellos y por hacer listas (¡¡nos encantan!!) son representantes de la Nueva Sinceridad, muestras de una vulnerabilidad hipster a flor de piel: Cat Power, Arcade Fire, Vampire Weekend, las películas de chicos de Judd Aptatow, Modern Family, Sufjan Stevens, ah, por no hablar de Belle & Sebastian, que esos son de comunión diaria… Algunas características que podríamos combinar con esta lista de nombres es una vuelta a géneros musicales previos al desmontaje irónico de los 80 y 90 (tanto en cine como en música: punk, disco, rap, New Wave o la comedia grosera), la desnudez de producción ya sea verdadera o falsa (que se note el grano), y por supuesto la moda del folk en todas sus variantes como el indie-folk, el freak-folk, el psych-folk y la cosa esa del New Weird America: desde Beck y Devandra Banhart hasta Lorena Álvarez y su banda municipal (New Weird Asturias) apoyados únicamente en la voz y el instrumento como signo de sinceridad y “como modo de escapar del comercialismo tarado de los 40 principales y de la autenticidad corporativa de figuras como Lady Gaga o Justin Bieber”.
Todos estos relatos y modos no sólo estarían marcados por la superación de la ironía (o su combinación con una fuerte sinceridad) sino por personajes que muestran una gran vulnerabilidad y un fuerte sentido moral, por historias en las que sus protagonistas quieren mejorar sus condiciones vital, relatos en el que el nerd, el empollón, el virgen a los 40 años, la ejecutiva en caída de Enlightened (como amo esa serie) o las chicas con las tetas pequeñas y saltarinas (¡¡que pesados con las tetas de la Dunhan!!… de verdad te lo digo, si vuelvo a leer sobre sus tetas o su cuerpo, dejo de ver la serie) se convierten en personajes de referencia. Otra vez, si ponen las luces largas y logran unir todos esos puntos -sinceridad, sentimentalidad, frikismo romántico- el dibujo que les saldrá probablemente sea el de un adolescente personaje que se ha convertido en un verdadero arquetipo de nuestra época: parece que los guiones de Gus van Sant sólo suenen convincentes en boca de un adolescente, Harmony Korine estrenó ayer Spring Breakers y la Coppola nos tiene esperando The Bling Ring, eso por no hablar de “Girls” y su cuasi-adolescencia… Por cierto hablando de adolescentes y hipster, en este estupendo artículo de la revista Atlantic sobre la ironía escrito R. Jay Magill se dan noticia de los primeros hipsters de la historia <<los Incroyables (increíbles) y sus contrapartes femeninas, las Merveilleuses (maravillosas, equivalente a “divas fabulosas” en este contexto), eran miembros de una subcultura de moda aristocrática en el París de la época del Directorio. Como catarsis o en una necesidad de volver a conectar con otros supervivientes del reinado del Terror, recibieron al nuevo régimen con un brote de lujo, decadencia e incluso tontería. Empezaron a crear tendencias de moda en ropa y actitudes que hoy pueden parecer exageradas, afectadas o incluso decadentes. Por ejemplo algunos prefirieron ser llamado “incoyable” o “meveilleuse”, evitando así la letra R, como en “révolution.” Al finalizar este período, la sociedad dio un giro hacia algo más sobrio y modesto >> según esta entrada de la wikipedia.
Pero, ustedes, cariacontecidas, se preguntarán: una vez pasado el Directorio, ¿de dónde sale todo ese torrente de verismo sentimental que nos invade?. En este punto deberíamos diferenciar creo yo, que hablo por hablar, la muerte de la ironía del nacimiento de la Nueva Sinceridad. Lo de la muerte de la ironía ya lo hemos comentado por aquí varias veces que podría estar situado entre los cascotes del World Trade Center el 11 de septiembre del 2001, aunque esa afirmación sea ciertamente arriesgada y nos lleve a deducir de ataques terroristas cambios en una sub-sub-sub-cultura como la hipster tal y como se pregunta Jonathan D. Fitzgerald autor del libro Not your mother’s morals: How the New Sincerity is changing pop culture for the better[1] en este artículo. Ciertamente como dice este autor los hipster “con sus tocadiscos, sus grandes bigotes y sus trombones” no simbolizan el ethos, el sentimiento de toda una era, de toda una época pero tampoco podamos decir que sean ajenos a ella. Personalmente me parece más que probable que en una época como la que vivimos en los 80 y 90 donde había un gran intercambio de mercancías y de dinero se produzca también un gran intercambios de conceptos y que esa abundancia cultural predispusiera a la ironía. Más cuando ésta estaba rodeada de un mantenimiento de las políticas neoliberales y de los conceptos morales del reaganismo/thatcherismo: vuelta a la familia, la patria… Sin embargo, también en esa época empiezan a aparecer muestras ya de “sinceridad” como el grunge, con Kurt Cobain otra vez ejemplificando el último acto no-irónico como es pegarse un tiro…
Una de las cosas que me han quedado medianamente claras después de leerme el artículo de la revista Atlantic que mencionaba antes y que es el más completo y complejo que he encontrado en toda la blogosfera sobre este tema es que estamos en unos tiempos que requieren al mismo tiempo de grandes dosis de ironía pero también de sinceridad. Necesitábamos y necesitamos ironía para poder sobrevivir a unas décadas tan complejas como han sido la de los 90 y la primera del nuevo milenio, marcadas por grandes atentados (que buena esa frase de Oscar Wilde: “El peor vicio de un fanático es su sinceridad”), por graves crisis económicas y por grandes corrimientos de tierras conceptuales. Sin embargo, como bien señala el artículo R. Jay Magill en la época Beavis & Butthead, de Seinfeld, de David Foster Wallace y de los Pop-Up Videos de VH-1 la ironía podía convertirse en una herramienta de desmovilización llena de banas referencias pop y donde todos parecíamos vivir en una teleserie como el personaje de Abed Nadir (Danny Pudi) en la teleserie Community que se convierte en definitiva una gran broma de la Generacion X.
Por otro lado parece que es estos tiempos tan complejos tenemos que creer en algo para movilizarnos e intentar mejorar un mundo que, sinceramente, está mal y parece que va a ir a peor, pero, ¿cómo creemos en algo? Me parece que mis personajes de ficción favoritos actuales están en ese brete de averiguar cómo creer en algo para dotar de algún sentido a sus vidas sin caer en el fanatismo o la cursilería absoluta: Lena Dunham como Hannah Horvath intenta creer en el amor y en la pareja sin morir en el intento en “Girls” y la absolutamente fabulosa Laura Dern en Enlightened intenta mejorar su vida, su puesto laboral y de paso la América corporativa y el mundo con las herramientas que la pobre tiene a su abasto.
Sin embargo no acabo de entender muy bien la reflexión con la que R. Jay Magill termina su artículo: según este autor la ironía ha perdido su preponderancia dentro de la expresión artística precisamente por su éxito; su marginalidad tiene su origen en que la generación que se crió con Tarantino o Spike Jonze ha alcanzado un cierto puesto como productores y consumidores de cultura y ha convertido la ironía en una especie de signo de los tiempos hasta el punto que se ha envasado como un producto destinado a otras generaciones. Sinceramente no entiendo muy bien la necesidad de trasladar este debate al terreno generacional y a como distintas edades articulan respuestas distintas a las mismas realidades sociales. Pero en cierto modo comprendo que quizás se ha producido un cambio de espectadoras a la hora de reivindicar personajes más cercanos, sinceros y torpes que no se escuden tras la ironía para ocultar sus fallos (la ironía evita cualquier crítica o la contiene en sí misma) sino que una parte del placer que proporcionen resida precisamente en compartir estos fallos y debilidades. Pero no sé si es un cambio generacional o de sensibilidad…
Si te interesó, échale un vistazo a este artículo que originó en cierto modo muchos de los que hemos visto. Además, ¿sabes que con Instapaper te puedes llevar el post al ebook sin esperar que me publique Alpha Decay?.
[1] Un buen resumen de los puntos de este autor se pueden encontrar aquí, en el blog cristiano y pop (glups!): http://www.patheos.com/blogs/christandpopculture/2013/01/how-the-new-sincerity-changes-the-way-we-watch-popular-culture/
